

10 años
SERGIO SANDOVAL (35)
Director del Instituto Superior de Administración y Turismo
De activista a director de escuela
Corría el 2008, cuando un joven profesor de Educación Física de Valdivia conoce —a través de un spot publicitario que luego sería censurado— sobre el reciente movimiento ciudadano Educación 2020. Aquel duro diagnóstico y las propuestas reflejaban su sentir respecto a la urgencia de mejorar la educación. Por eso no dudó en organizarse junto a otras 15 personas que adhirieron al movimiento, formando una representación de Educación 2020 en la ciudad del Calle Calle.
Por motivos laborales, deja el grupo al trasladarse a Puerto Montt, pero jamás pierde la pista de la fundación. Cada mañana, desde el 2009, recibe el clipping de noticias y sigue el trabajo de E2020 con especial interés. “Me enorgullece haber sido parte de una fundación que ha aportado tanto a la política educativa y que, a pesar de los gobiernos de turno, se ha mantenido firme en sus convicciones iniciales”, expresa.
Precisamente, esas mismas convicciones sobre la necesidad de entregar una educación de calidad lo llevaron a asumir el rol de director del Insat, a la corta edad de 30 años. “Como director siento que también estoy aportando a la meta que se trazó la fundación, que es lograr que todos los estudiantes aprendan y desarrollen su potencial. En la fundación comprendí que hay muchas cosas que se pueden cambiar sólo con voluntad”, dice. Y eso es algo que aplica a diario en su rol.
Su estrecho vínculo con la fundación lo llevó, el 2016, a apostar por la estrategia de Redes de Tutoría para mejorar los aprendizajes de sus estudiantes. “Fue un bonito reencuentro. La implementación de la metodología vino a confirmarnos que se pueden hacer las cosas de manera distinta, que es posible reencantarnos con nuestra profesión y que los estudiantes sí pueden motivarse con el aprendizaje”, dice.
Y los esfuerzos por mejorar no han sido en vano. Tras varios años de descenso en los resultados, a fines del 2017 el Insat logró excelencia académica. “Mi gran sueño es que cada uno de nuestros estudiantes pueda cumplir sueños y en eso es clave el trabajo que realiza y ha realizado Educación 2020. Espero que la fundación siga perseverando por varias décadas más”, concluye.
10 años
RUTH ZÚÑIGA (58)
Profesora de Lenguaje del Liceo Luis González Vásquez de Nueva Imperial
Reencontrarse con el amor por enseñar
Haber tenido profesores con una gran motivación y su temprano amor por la lectura la llevaron a elegir la carrera de pedagogía en Lenguaje. Hoy, a 39 años de esa decisión, se siente convencida de que no equivocó el camino y que su gran pasión es enseñar. Pero esto no siempre fue así.
Hace varios años, Ruth veía que sus esfuerzos por encantar a sus estudiantes eran “infructuosos”. A pesar de probar con varias estrategias, “llegó un punto en el que estaba muy desmotivada y frustrada, porque veía que mis estudiantes no aprendían”, recuerda.
La directora del Liceo Luis González Vásquez también era testigo de esto. Por eso, cuando surgió la posibilidad de participar en una formación en Redes de Tutoría –con el acompañamiento de Educación 2020– supo que era una oportunidad para Ruth. “La directora me invitó y me dijo que averiguara sobre la estrategia. Me gustó que fuera un aprendizaje centrado en la persona y decidí participar”, cuenta.
Junto a otros docentes de La Araucanía, viajó a Santiago para formarse con los creadores mexicanos de Redes de Tutoría, entre ellos el maestro Gabriel Cámara. “Este encuentro fue maravilloso, porque estaba frente a una experiencia que me hacía mucho sentido por su valor humano”, dice Ruth, quien se transformó, así, en una de las primeras tutoras del país.
Su pasión por la pedagogía volvió a florecer con esta experiencia, pero se consolidó al ver la transformación de sus estudiantes: “Las Redes de Tutoría hicieron que me reencantara con mi profesión, porque los cambios en los jóvenes han sido enormes. Yo veo cómo mis estudiantes de segundo medio de ese entonces, que hoy están en cuarto medio, son unos líderes, empoderados de sus aprendizajes, autónomos, que investigan, que crean y que exponen sin dificultad”, asegura.
Con orgullo, agrega que hoy confía más en sus estudiantes, se siente valorada por ellos y, además, pudo escalar al nivel de destacado en la evaluación docente. Ha sido, según sus palabras, “un antes y después en su vida”.
10 años
EVELYN FRITZ (47)
Periodista y encargada histórica del clipping de Educación 2020
La voluntaria de las noticias
Casi una década ha pasado desde aquel día en el que su rutina cambió para siempre. Estaba en su casa de Hualpén, haciendo zapping, cuando una entrevista la hace olvidar el control remoto del televisor y, de paso, también las dificultades que vivía en este entonces. Le llama la atención el ímpetu de Mario Waissbluth, pero sobre todo la claridad de sus palabras: “los niños y niñas no están aprendiendo en Chile”.
La frase vuelve una y otra vez a su cabeza. No es que sea una novedad para ella: cada día ve llegar desmotivado del colegio a su hijo de 11 años y sabe que no aprende; no al menos como podría hacerlo. Pero esa entrevista le muestra que no está sola y que, por el contrario, varias personas se están uniendo para cambiar el destino de su hijo y de todos los estudiantes del país. “Me contacté con el equipo de Santiago para sumarme y fue bien épico lo que pasó, porque comenzó a movilizarse gente de todo el país”, relata.
La urgencia por mejorar la calidad educativa lleva al movimiento ciudadano a profesionalizarse pronto en sus cargos. A los pocos meses se forma el área de Comunicaciones y Evelyn, como periodista, no duda en sumarse como voluntaria al equipo. ¿Su rol? Revisar cada día la prensa sobre educación y enviar este clipping a los voluntarios, para levantar opinión informada. “Me entusiasmé tanto que le dedicaba muchas horas. No paraba ni fines de semanas, ni feriados”, recuerda riendo.
Con el nacimiento de su última hija debe optimizar los tiempos, porque la maternidad es su primera prioridad; Educación 2020, en tanto, la segunda. “Durante estos casi 10 años, lo más importante en mi vida han sido mis hijos y el clipping. Así como me tomé muy a pecho la maternidad, también me tomé muy a pecho mi colaboración en la fundación”, dice.
Desde su rol ha sido testigo privilegiada de la historia de E2020. Lo que más valora es que ese movimiento ciudadano haya sido capaz de pasar del discurso a los hechos de forma tan concreta. “El grupo humano que está detrás ha sido clave. Son personas que han dejado de lado los egos por una causa común y que con un trabajo planificado, pero también muy flexible, han logrado incidir en la política educativa, a pesar de los detractores que hubo desde el día uno”, expresa.
En este camino, miles han sido las noticias de Educación 2020 que ha incluido en el clipping, pero pocas la han emocionado tanto como la promulgación de la Ley de Inclusión. “Fue un punto de partida y de esperanza para una mejor sociedad y en esto la fundación fue la principal promotora. Me alegra saber que E2020 va a existir para rato, porque no sólo debe defender este camino, sino seguir impulsando políticas que nos permitan seguir soñando con un mejor futuro para nuestros hijos e hijas”, concluye.
10 años
CRISTIÁN MATURANA (47)
Gerente General de Kitchen Center
De regreso a la escuela
Cuando recuerda su niñez, Cristián lo hace con especial alegría. Ciertamente, siendo uno de siete hermanos, lo material no era tema resuelto en la familia. Pero ese nunca fue impedimento para disfrutar al máximo sus primeros años de vida y, en particular, su etapa escolar en la Escuela Guillermo Zañartu Irigoyen, de la comuna de Ñuñoa. Fue ahí donde comenzó a forjar una personalidad inquieta y extrovertida, pero también con un profundo sentido social.
A pesar de que en su vida adulta construye una carrera profesional exitosa, jamás deja de lado su preocupación por ser un agente de cambio. Convencido, por su propia experiencia, de que “la educación es la herramienta para la movilidad social”, apadrina a niños en la Fundación Súmate del Hogar de Cristo y participa en una red de empresarios del continente que educa a mujeres para su inserción laboral. Sin embargo, ninguna de estas experiencias logra satisfacerlo tanto como la posibilidad de volver a la escuela que lo vio crecer. Un reencuentro que es posible a través de Redes de Tutoría.
Cuando conocen la metodología, él y Félix De Vicente, dueño de Kitchen Center, sienten de inmediato que deben sumarse a esta revolución educativa, tanto por la potencia de la propuesta pedagógica como por la cercanía a los principios de Educación 2020. Deciden apadrinar a un establecimiento y casi como una señal, dentro de las opciones se encuentra la Escuela Guillermo Zañartu Irigoyen. “Félix me dice: ‘¡qué mejor que tengas la posibilidad de devolverle la mano al establecimiento que te dio la posibilidad de surgir y te vio crecer!’. Y así fue como volví a mi escuela, lo que ha sido muy bonito y especial”, manifiesta.
El día que volvió a pisar las dependencias del establecimiento fue para vivir una tutoría. “Es mágico ver cómo niños y niñas se paran con tanta seguridad y son capaces de enseñarte. Las tutorías les cambian su forma de pararse frente al mundo. Este es resultado de un trabajo súper comprometido del equipo directivo, de los profesores y de los profesionales de Educación 2020, todos absolutamente jugados por los niños y el proyecto”, dice.
Tras esta experiencia, hoy su convicción de que es posible mejorar la educación está más viva que nunca. “Espero seguir aportando con un granito de arena para que todos los estudiantes, independiente de su condición social, desarrollen su potencial, crean en sí mismos y logren ser lo que quieren ser. Y en esto es fundamental contar con partners con el compromiso de Educación 2020, que son una luz de esperanza para lograr un país más justo”, asegura.
10 años
ADRIANA DELPIANO (71)
Ex directora ejecutiva de E2020 y ex Ministra de Educación
Valorar el talento joven
“Me cuesta imaginar cómo hubiera sido como ministra de Educación si no hubiera pasado por Educación 2020”, dice Adriana Delpiano, exdirectora Ejecutiva de la fundación, quien posteriormente llegó a ser jefa de la cartera entre 2015 y el 2018. Sentada en el comedor de su casa, luego de una larga conversación donde recuerda sus años en Educación 2020, esboza un “quizás nunca hubiera sido ministra”.
Adriana Delpiano no era una recién llegada al mundo educativo cuando comenzó a trabajar en Educación 2020. Tenía una maestría en educación y se había hecho cargo del Programa Interdisciplinario de Investigación en Educación (PIIE). Sin embargo, asegura que nunca había profundizado tanto en la política pública como en su paso por Educación 2020: “Tuvimos la oportunidad de verla operando, de tener una visión crítica y vivimos el movimiento estudiantil como sociedad civil”.
Pero el gran aprendizaje de la “Nana”, como le llaman sus amigos y también le llamaron sus nuevos compañeros de trabajo en E2020, es haber trabajado con profesionales recién egresados e incluso universitarios. “Yo había trabajado con jóvenes, pero nunca con gente tan joven como la que vi ahí”, dice, mientras suelta una risa extremadamente contagiosa y recuerda su entrevista laboral con Matías Reeves, uno de los fundadores, que en ese momento no sobrepasaba los 25 años. “A mí me parecía que mis entrevistadores eran de kínder, pero fue una entrevista bien formal”, cuenta riendo. Y aunque al principio no podía entender por qué las personas en la oficina se preguntaban si iban a ir a almorzar por chat y no hablándose, no tardó en sentirse cómoda.
“Mario [Waissbluth] tuvo la genialidad de invitar a cuatro cabros casi salidos del colegio a armar Educación 2020 y confió en ellos”, reflexiona y afirma que lo que más valora es la calidad profesional y humana de la gente que conoció en la institución, varios de los cuales se convertirían en parte de su equipo en el Mineduc: “Eran jóvenes muy talentosos y con muchas perspectivas. Educación 2020 tuvo tanta incidencia, que parte de su gente llegó al Ministerio”.
En medio de una ocupada agenda que no le ha permitido terminar los tejidos para sus nietos que dejó a medias cuando asumió como ministra, la Nana se da tiempo para reflexionar: “Si tuviera que resumirlo: yo fui muy feliz en Educación 2020”.
10 años
Yair Velásquez (16)
Estudiante del Laboratorio Internacional de Incidencia Ciudadana (LIIC)
Un viaje al liderazgo
Mira hacia la cordillera de Los Andes y recuerda que ayer conoció la nieve. Sentado en el Parque Bicentenario de Santiago, Yair Velásquez, joven de la provincia de Chiriquí, Panamá, aún no puede creer la experiencia que ha vivido en estos cinco meses y que culmina con esa esperada pasantía que lo trajo a Chile.
Un día, su madre le mostró un folleto sobre el Laboratorio Internacional de Incidencia Ciudadana (LIIC), iniciativa llevada a cabo por Educación 2020, Unidos por la Educación y Jóvenes Unidos por la Educación. Convocaban a jóvenes panameños a participar en una formación de varios meses, donde aprenderían cómo incidir en la política pública. La invitación le hizo sentido y postuló.
Al principio no sabía qué esperar. “No entendía bien de qué se trataba, pero a medida que empecé a ir a clases, fui entendiendo la magnitud de todo y la importancia que tendría en mi vida”. Por eso no dudó en asistir a cada una de las clases, a pesar de la dificultad geográfica que implicaba: viernes por medio tomaba un bus desde su natal Boquete a David, capital de Chiriquí y luego otro a ciudad de Panamá. En total, era un largo viaje de hasta 15 horas por tierra, que “valió la pena”.
En el laboratorio conoció a otros compañeros con motivaciones similares, compartió con personas tan influyentes como exministros y desarrolló habilidades comunicativas y de liderazgo para incidir en su comunidad. Pero lo más importante es que esta experiencia le mostró que más allá de su mundo, en el distrito de Boquete, existe una realidad preocupante que urge cambiar. “Ahora entiendo, por ejemplo, que la educación es la base para transformar un país y es ahí donde quiero tener un impacto. Antes del LIIC, siempre estuve en mi zona de confort, sólo veía los problemas y no las soluciones. Pero ahora sé que debo ser un agente de cambio y que, como jóvenes, también podemos liderar proyectos para construir una sociedad más justa”.
En esta aventura, muchos momentos han marcado a Yair: el primer viaje a ciudad de Panamá, la primera clase con sus nuevos compañeros, el haber ganado la pasantía en Chile y el largo vuelo que lo trajo hasta Santiago. Ahí, sentado en el parque, siente y sabe que lo vivido no sólo es una experiencia inolvidable, sino también es el primer paso a su nueva misión.
10 años
SILVANA DÍAZ (18)
Estudiante del Bachillerato en Ciencias de la UC Temuco
El florecer de la confianza
Hace 18 años, en el seno de una comunidad rural de Teodoro Schmidt, de La Araucanía, nace Silvana. Ya en sus primeros años mostraba una profunda cercanía con la naturaleza, que incluso prefería al contacto con otros niños y niñas. En la sala de clases, a varios kilómetros de su hogar, era la timidez lo que más la caracterizaba. El miedo a que sus compañeros se rieran de ella la paralizaba a tal punto que no intercambió palabra con varios de ellos durante años.
El punto de inflexión quedó grabado en su memoria. Ese día, hace casi cuatro años, llegó a la sala como siempre. Algo le habían adelantado de una estrategia piloto que comenzaría a implementarse en su liceo (Juan Schleyer, de Freire), pero esas palabras poco significaban para ella. Siguiendo las instrucciones, eligió un tema sobre la transformación humana que le llamó la atención y junto a su tutor comenzó su primera experiencia con Redes de Tutoría. “Con el pasar de los minutos fui perdiendo mis nervios habituales y logré expresarme bien. Fue mágico”, recuerda la joven.
Si bien su actuar público no cambió de inmediato, lo cierto es que algo en su “interior” se transformó tras ese episodio. Por eso fue una de las más entusiastas cuando le tocó el turno de tutorar, incluso a profesores. “Saber que no sólo puedo aprender, sino también enseñar, me hizo perder el miedo a equivocarme. Empecé a sentir más confianza no sólo en lo que sé, sino también en quien soy”, expresa.
Superado sus miedos y convencida de que podía aportar a su entorno, en sus últimos años de educación media decide postularse al Centro de Alumnos, logrando la vicepresidencia. En su rol, fue la encargada de contarle al ministro de Cultura de ese entonces, Ernesto Ottone, de qué se trataba Redes de Tutoría, cuando la autoridad visitó el establecimiento. Y el año pasado viajó por primera vez a Santiago para tutorar (con uno de sus dos temas) al empresario Alfonso Eyzaguirre, una de las experiencias más significativas en su vida.
Este año, Silvana comenzó a estudiar el Bachillerato de Ciencias en la UC Temuco. La confianza que adquirió con la metodología fue clave en su decisión de trasladarse a una nueva ciudad para ser tecnóloga médica. “Aprender con las tutorías me enseñó técnicas de estudio que son las que aplico en la universidad, pero sobre todo me mostró que tengo las capacidades para lograr los metas y los sueños que me proponga”, manifiesta.
10 años
SAMUEL ARBELO (11)
Estudiante del Liceo Gabriela Mistral de Independencia
Aprendizaje quetraspasa fronteras
Era agosto de 2017. Con las maletas en las manos y los recuerdos en la memoria, Samuel baja del avión junto a su familia. Está cansado, el viaje desde Venezuela al sur del continente ha sido largo y junto a sus seres queridos, está a punto de empezar un nuevo camino, esta vez en Santiago.
Aquí se encuentra con una cultura diferente, que le impacta desde la calle hasta la sala de clases. Cuando estaba en su natal Venezuela, jamás vivió una experiencia como la que ha tenido aquí, a través de Redes de Tutoría. “Cuando empecé a vivir las tutorías, me sorprendí, porque nunca había tenido este tipo de actividades, donde nosotros somos los que enseñamos”. Y es que Samuel, ya formado como tutor, ha compartido sus conocimientos no sólo con sus compañeros, sino también con personas adultas.
Pero las tutorías no sólo le han permitido aprender de forma distinta. Cuando llegó a la escuela, una de las principales dificultades que tuvo que enfrentar fue la sociabilización con sus compañeros, debido a las diferencias culturales. “Al principio no hablaba con casi nadie, porque me daba vergüenza”, cuenta. Eso cambió cuando comenzó a formarse en la estrategia, experiencia que le permitió conocer a compañeros con los que incluso no había hablado anteriormente. “La tutoría es más cercana y uno se siente más en confianza”, dice. A partir de entonces, Samuel ha construido estrechos vínculos de amistad con niños de su curso y de otros establecimientos que implementan Redes de Tutoría.
Tras un año de su llegada, Samuel dice sentirse feliz en su escuela. La confianza que ha adquirido al generar vínculos y sentirse valorado, lo ha llevado también a asumir un rol de liderazgo en su escuela, siendo parte del Núcleo Impulsor. Se trata de un equipo conformado por estudiantes y profesores, que está encargado de generar estrategias para instalar permanentemente la estrategia de Redes de Tutoría y otras innovaciones pedagógicas dentro de su establecimiento. “Me gusta ser parte del núcleo, porque los niños también tenemos ideas para aportar en la escuela”, dice.
En el futuro, Samuel quiere ser científico. “Siendo tutor también he aprendido a explicar mejor las cosas que me gustan, he aprendido a ser más ordenado y también a investigar más. Me gustaría seguir aprendiendo con las tutorías, para llegar a ser un buen científico, que es mi sueño”, expresa.
10 años
VAITIARE BRAVO (22)
Egresada del Diplomado Liderazgo y Derechos Estudiantiles
De Yumbel para Chile
En Yumbel no hay semáforos, porque las personas se trasladan a pie. Pero aunque no exista casi nada que la haga más feliz que la tranquilidad de pasear por su tierra, Vaitiare Bravo decidió dejar Yumbel a los 18 años para estudiar Administración Pública en la Universidad de Chile, en pleno centro de Santiago. El próximo año se convertirá en la primera universitaria de su familia y hoy sueña con cambiar la educación pública de su comuna, avanzar en temas de género y aportar al país con una mirada menos centralista de las políticas públicas.
Vaitiare estudiaba en el Liceo Luis Alberto Saldes de Yumbel. Eran tiempos de movilizaciones cuando por los medios escuchó sobre Educación 2020 por primera vez, sin saber que años más tarde terminaría sentada en una clase de Mario Waissbluth, en el Diplomado de Liderazgo y Derechos Estudiantiles que realiza Cátedra Unesco, en conjunto con USACH y Educación 2020. En este diplomado los estudiantes aprenden sobre política educativa y adquieren herramientas para incidir en ella. “¿Qué es Educación 2020 para mí? Es una trinchera, que nos da conocimiento empírico y sustento para dar ciertas luchas que tienen un gran trascendencia en la vida de las personas”, dice hoy Vaitiare.
Con el diplomado, se le abrieron muchas redes de contacto que, para una estudiante de región, pueden resultar infranqueables. Y sobre todo, se sintió responsable de incidir. “Cuando uno habla de incidencia, se imagina al dirigente o al alcalde. Uno ve la incidencia como algo demasiado difícil de hacer, muy complejo”, cuenta. “El diplomado me enseñó que uno puede incidir desde el lugar donde se encuentra”, dice. “Somos parte de una generación de transición hacia valores que antes no habíamos cuestionado y debemos ser instrumento de cambios sociales”, agrega. Y se lo ha tomado muy en serio: con unos amigos hoy está implementando un proyecto para evaluar los resultados de su exliceo y así fortalecer la educación pública de su ciudad. ¿En el futuro? No descarta una carrera política, estudiar un magíster, un doctorado y, al cabo de algunas vueltas, quizás volver a Yumbel.
10 años
LAURA VIDAL (18)
Estudiante del Laboratorio Internacional de Incidencia Ciudadana (LIIC)
Saliendo del cascarón
Mira nuevamente el correo y piensa si será capaz. Quiere ser parte del Laboratorio Internacional de Incidencia Ciudadana (LIIC) para formarse como líder, pero sabe que el esfuerzo será grande. De lunes a viernes tiene clases de Ingeniería en Electromecánica y los domingos de Derecho y Ciencias Políticas. A su ya ajetreado horario por las dos carreras que estudia, el laboratorio le sumaría un viaje de 500 kilómetros desde Chiriquí a Ciudad de Panamá, cada fin de semana por medio por cuatro meses. Laura lo piensa y cree que no podrá hacerlo, pero una voz le dice: “es una oportunidad única, lo podrás hacer y lo harás bien”. Es su madre quien le da el empujón final para que Laura acepte.
Así es como empieza un nuevo desafío, que dejó en su memoria “recuerdos y aprendizajes inolvidables”. Es que el impacto que tuvo en ella el LIIC es profundo: le abrió los ojos a temas y problemas que nunca había visto y además la motivó a ser de las personas que buscan crear espacios de cambio para enfrentar los problemas sociales. “Antes no sabía nada de educación o de cuáles son los problemas que aquejan a mi país, pero esto hizo que me diera cuenta que apenas estoy saliendo de mi cascarón y que debo empezar a trabajar para cambiar las cosas”, dice.
Además, esta experiencia le entregó herramientas que nunca le enseñaron en la escuela. “Valoro muchísimo las cosas que he aprendido, el conocimiento sobre política educativa y las estrategias que nos enseñaron. En Panamá estamos acostumbrados a hacer proyectos o iniciativas por ensayo y error, pero gracias al laboratorio aprendí a ser más organizada y a estructurar las ideas de manera estratégica, a través de proyectos de incidencia que pueden tener un real impacto en la comunidad. Además, aprecio haber conocido el compromiso de jóvenes líderes chilenos y del equipo de Educación 2020”.
Ya de vuelta en Panamá, después de haber participado en una pasantía en Chile por haber creado, junto a otros compañeros, uno de los mejores proyectos durante el laboratorio, Laura volvió a sus clases, de lunes a domingo, más convencida que nunca que su camino tiene un nuevo sentido: trabajar para cambiar la educación de su país.
Agradecimientos
Relatos: Carolina Nahuelpi | Myriam Bustos | Andrea Buccioni
Fotografías: Fernanda Soto | Mauro Agost | Carlos Valverde | Nicolás Rilling
Diseño: Carlos Muñoz Matilla